Guía Descorchados 2025: Revolución de Vinos Blancos Argentinos

Patricio Tapia presentó su Guía Descorchados 2025 en Bebop con una feria de grandes vinos blancos argentinos.

La presentación de la ya histórica guia de vinos de Patricio Tapia estuvo acompañada por una feria exclusivamente dedicada a vinos blancos que, más allá del disfrute, tenía una intención clara: poner sobre la mesa la idea de que Argentina ha venido evolucionando especialmente en lo que respecta a los vinos blancos de alta gama. Una propuesta impulsada por Patricio Tapia, creador y cara visible de la Guía, referente en la comunicación del vino en Latinoamérica desde sus primeros programas en el canal El Gourmet.

No es un tema menor para un país tradicionalmente ligado al tinto, al Malbec y a la carne como marca país. Sin embargo, hace ya bastante tiempo que vengo compartiendo esta idea sobre el potencial de los blancos argentinos. Lo vemos reflejado en las cartas de vino de los restaurantes más destacados de Buenos Aires, en una diversificación de la oferta gastronómica y en una evolución del consumo interno. En gran parte, este cambio lo han liderado consumidores de entre 25 y 40 años, cada vez más curiosos y abiertos a explorar nuevos estilos.

Claro que esta «revolución blanca» no se podría haber cristalizado sin los productores. Me refiero a esa nueva generación de enólogos que, desde comienzos del siglo XXI, empezó a ganar protagonismo y a empujar los límites: a experimentar con variedades blancas nuevas, a volver a explorar el Chardonnay —que había dejado de interesar al público— y a recuperar cepas históricas argentinas como el Semillón o tradicionales como el Torrontés. La demanda por blancos de calidad ha crecido de manera sostenida en los últimos años, al punto de disparar como nunca antes el precio de la uva blanca: una señal elocuente del cambio de paradigma.

Durante la feria, se presentaron varios de los productores que para Tapia representan hoy el corazón de esta revolución blanca. Y la recepción no pudo haber sido mejor: Patricio nos dio la bienvenida con tres vinos franceses maravillosos. Una magnum de Sancerre 2019 del productor Clos La Néore —hacía tiempo que no probaba un blanco de esta región, que solía ser una de mis favoritas—, y dos Chardonnay de Côte de Beaune: un Puligny-Montrachet 2022 de Etienne Sauzet, y un Meursault 1er Cru Les Porusots de Domaine de Montille, grandes exponentes de la histórica Borgoña.

Comparto algunos de mis vinos favoritos:

Susana Balbo siempre ha sido conocida como la reina del Torrontés, y razón le damos a quien acuñó ese apodo, porque sin duda elevó la vara de esta cepa blanca bandera de Argentina a un lugar entre los grandes blancos del país. Esta enóloga, que escribió parte fundamental de la historia del vino argentino y que merece estar en el hall de la fama, fue pionera en una época donde pocas mujeres ocupaban espacios de liderazgo técnico en una profesión históricamente dominada por hombres. Su Signature Barrel Fermented Torrontés 2024 vuelve a demostrar su maestría: fermentado en barrica, con una elegancia que muchos aún hoy le reclaman a esta cepa. El Signature White Blend, también presente, es sin duda uno de los blancos más apreciados del país. Se aprecian las notas típicas terpénicas y florales del Torrontés, balanceadas con acidez, volumen y una aromática atrayente pero no cansadora. Es un blanco que sé —porque lo tengo en mi colección— que gana mucho con el tiempo de guarda.

A Matías Riccitelli lo vimos crecer, recuerdo sus primeras cosechas de «The Apple Doesn’t Fall Far From the Tree» en el 2013, y cómo, con la primera añada del Semillón Old Vines de la Patagonia —creo que fue en 2015—, se animó a posicionar este blanco en un segmento que pocos habitaban. En ese entonces, ese vino no se parecía a nada de lo que se estaba elaborando en blancos en este país, y por eso mismo logró instalarse rápidamente en la mente (y el deseo) de sommeliers y consumidores. Esta vez probamos la 2023: un vino con una doble cara, de peso en boca y acidez, con notas de crianza biológica sutiles amalgamadas de manera muy hábil con el volumen característico del Semillón argentino. Más interesante aún el Flor de Río Negro, un non-vintage sumamente complejo con un trabajo de expresión de flor excelentemente logrado. Chapeau!

Pasamos a la mesa de Norton, y fue una alegría poder tener unos minutos para escuchar a David Bonomi, enólogo jefe desde hace aproximadamente diez años. Escucharlo es absorber, en poco tiempo, mucha información clara y precisa. Me detengo acá porque este encuentro me hizo viajar unos años en el tiempo, cuando yo trabajaba en los primeros meses de El Garage de Aldo. Representábamos un proyecto pequeñito y familiar de David, donde hacían unos vinos llamados Pulku. En uno de los viajes a Mendoza que hice en esa época, visité el lugar donde David hacía esos vinos, y recuerdo haber quedado absorta por la cantidad de conocimiento que absorbí esa tarde gracias a su generosidad y a la claridad de sus explicaciones. Recuerdo perfecto un vino mezcla de cosechas que tenía guardado en una barrica, que me deslumbró tanto por su complejidad de aromas y capas de sabores, que aún lo tengo presente.

De Norton destaco el Altura White Blend 2024: un Sauvignon Blanc, Grüner Veltliner y una pequeña proporción de Semillón, todos de distintas alturas dentro del Valle de Uco, fermentados por separado en huevos de cemento y tanques de acero inoxidable. Un blanco de acidez presente pero equilibrada, con peso, complejidad y a la vez fluido y fácil de tomar. Este es un ejemplo de algo realmente especial, no solo por la presencia del Grüner Veltliner —una rareza en Argentina, plantada por Norton cerca del 2000 como homenaje a las raíces austriacas de los dueños de la bodega—, sino por cómo Bonomi logra que se exprese con carácter.

Bonomi siempre se ha destacado por sus grandes vinos,  su proyecto propio Per Se logró generar un deseo en consumidores locales y extranjeros que ha llevado los vinos de ese proyecto a cotizarse en precios que no muchos aficionados al vino pueden pagar. Gran Chapeau para Bonomi – Del Popolo!

Pasé también por el stand de Rutini, gran bodega que representa tradición e historia en Argentina, y que aunque quizás no son los vinos que suelo elegir en una carta de un restaurante, porque tiendo a tomar vinos de bodegas más chicas y de menor volumen,  fue muy bueno haberlos probado para refrescar mi archivo sobre los blancos de esta bodega. Destaco el Apartado Gran Chardonnay 2022 de Gualtallary. Un blanco de barrica, de esos que combinan fruta golosa y se funden de una manera bien lograda con la crianza en barricas y una acidez justa. Un blanco que me tomaría feliz de la vida en una de estas noches frías como las que estamos viviendo en Buenos Aires este invierno. 

Finalmente, llegué a Cara Sur, un proyecto que ya tiene más de 14 años y que en su momento fue pionero en los vinos de este estilo en el Valle de Calingasta, en la provincia de San Juan, en Barreal. Su enólogo y propietario Francisco Bugallo en sus comienzos se enfocó en gran medida en las criollas de la zona, fueron pioneros en mostrar esta variedad autóctona que desde algunos años logró sumarse a la tendencia entre jóvenes consumidores. Probé el Cara Sur Blanco bajo velo de Flor, elaborado con Moscatel de Paraje Hilario, ubicado a 1.500 msnm en el centro del valle. Este blanco me pareció sumamente interesante, ya que las características del Moscatel con fermentación en flor siempre me atraen particularmente. También probé El Duraznero, una versión de la misma variedad plantada en la misma zona pero sin fermentación con velo. Me gustó mucho. Atención con los vinos del Pasaje Hilario, estoy viendo muchos vinos interesantes de viñedos de ese lugar. 

Como verán, esta selección curada por Tapia incluye historia, tradición, innovación y escalas diversas de producción. Tapia suele poner sobre la mesa esta idea de que la innovación y la modernidad no tienen por qué estar reñidas con la historia y la tradición. Y coincido absolutamente. Porque eso es, justamente, parte de lo que distingue a la Argentina vitivinícola.

Termino este post con una historia personal. Cuando vivía en Mérida, Venezuela, y estaba en mis primeros años de trabajo en gastronomía, allá por 1999, el vendedor al que le comprábamos los vinos para el bar de jazz en el que yo era encargada, al ver mi interés por aprender, me regaló lo que creo fue la primera Guía Descorchados. La leí con avidez, ya que al principio de la guía había mucha información sobre la elaboración del vino. Cuando la terminé, vi que al final estaba el mail de Tapia. Le escribí —sin muchas esperanzas de que respondiera— para preguntarle qué había que estudiar o hacer para aprender de vinos. Y, gratamente, Patricio me respondió. Recuerdo perfectamente su frase: “Para aprender de vinos hay que comenzar a probar vinos con atención”.

Fue así como empecé a buscar botellas de lo más variadas en los almacenes de la ciudad, y esa semillita del deseo de aprender me llevó a mudarme a Caracas para hacer el curso de sommelier.

Esta tarde al mirar la Guia Descorchados 2025 pensé en aquella Maya de 24 años que se vió influenciada por esa primera edición de la guía de Tapia, que se atrevió a escribirle un mail, y que hoy veo mi larga carrera profesional en el vino y me siento contenta de tener el mismo entusiasmo por seguir aprendiendo, probando y leyendo.

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